martes, 15 de febrero de 2011

poesía incómoda

Otra fiesta más donde revivir y perecer
calmar ansia, disipar muerte
del perro ciego, del jardín calcinado
la tierra hueca dispara árboles,
siguen siendo pájaros los pájaros
¿siguen siendo pájaros los pájaros?

Una voz de mujer tranquiliza, su piel, sus manos
¿qué hijos traerá y a qué mundo?
este dolor hondo no es mio, ya es mio
y la felicidad que me dictan quedó muda,
nace un relampago de dicha pero la nave de locos esta hambrienta.

No cesa la marea cuando el sol sale,
el estrecho océano supura olas de acero,
dientes de admianto en el vientre,
pantalón y grito aflojado,
sonrisas dispersas, risa forzada,
temblando por no morder.

Hay un cuento por cada humano
que se va escribiendo en cada amanecer,
cuando te escuchas limpio sabes que no es cierto
que la trama se hilo fina
para que el día iluminara
para que el goce fuese otro y otro y después otro.
¿Qué escondió el valle tras el robo?,
¿para qué subió la montaña?,
"todo es para bien" dijo el kabalista
después dijo lo mismo el capitalista,
mientras se usurpaban tierras y vidas.

No creo en el hombre pero tengo mi piel vestida
y como, cago y siento como hombre,
rebajarme de esta condición,
creerme, crearme libre en la jaula,
buscar la fuga cuando la prisión esta dentro,
cuando no se ven los muros y uno piensa que esta a salvo,
allí donde golpean todo esta más claro,
aquí solo buscar otra fiesta donde celebrar tu muerte.

Javier de la Ribiera, 2010


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