El libro de Naomi Klein es una obra imprescindible para entender el presente. Ahora la película La doctrina del shock
te da una nueva oportunidad para ver con tus propios ojos como los
desastres, tanto naturales como provocados, se utilizan para forzar
cambios políticos y económicos.
¿Qué tienen en común la
dictadura de Pinochet en Chile, la caída del muro de Berlín, los
atentados contra las torres gemelas de Nueva York, la guerra de Irak o
las inundaciones en Nueva Orleans? El filme La doctrina del shock,
basado en el libro del mismo nombre, nos muestra cómo detrás de todos
estos desastres se esconden tramas urdidas de corrupción y violencia.
La
periodista, académica y activista Naomi Klein nos argumenta y nos da
ejemplos en su libro de cómo desde que se inició el auge del capitalismo
del desastre en los años 70 esta práctica no ha parado de desarrollarse
y perfeccionarse.
Los cineastas Michael Winterbottom y Mat Whitecross, codirectores de la multipremiada The Road to Guantanamo,
traen ahora a la pantalla un documental con imágenes reales extraídas
de lo más profundo de los archivos filmográficos de todo el mundo.
Usando
el tratamiento del electroshock como metáfora, la película explora cómo
los Estados Unidos, con la ayuda de la CIA , cayeron rendidos ante la
interpretación del economista Milton Friedman sobre el capitalismo de
mercado y trataron de imponerla en los países en desarrollo. Tuvieron
éxito en vender la desregulación del mercado libre a los países en
crisis que no tenían otra opción más que hacer lo que les exigía la
nación más rica de la tierra.
El documental, igual que el libro,
denuncia la estafa de las políticas económicas de la Escuela de Chicago
y su conexión con el caos y el derramamiento de sangre por todo el
mundo. Hace un repaso exhaustivo y clarificador de las actuaciones de
Tatcher, Bush, Pinochet, Videla, Yeltsin, Reagan… y de la connivencia
con los grandes aglomerados empresariales que representaban intereses
económicos privados.
Después de un desastre, como el tsunami del
sudeste asiático en 2004, la maquinaria privatizadora se pone en marcha
para acabar con lo público, en este caso con las playas pobladas por
pescadores locales y actualmente ocupadas por grandes hoteles.
Los
mercados completamente desregulados han creado un clima económico
totalmente desequilibrado en el que un pequeño grupo se ha hecho
extremadamente rico y el resto se ha hundido en la pobreza. Esto llevó a
la extensión de la privatización y a la violencia en Rusia, Polonia,
Chile, Suráfrica y, por supuesto, Oriente Medio. Y La Doctrina del Shock
nos cuenta cómo sucedió, quiénes lo promovieron, dónde sigue todavía en
marcha, y qué se puede hacer para frenarlo. Imprescindible, ¿no?
La doctrina del shock ha sido galardonada en el festival de cine Sundance en 2010 y en los festivales de cine de Berlín y San Sebastián.
John
Perkins, ciudadano estadounidense, era un respetado miembro de la
comunidad financiera internacional, pero en realidad se dedicaba a
operaciones económicas ilícitas en el Tercer Mundo para el gobierno de
Estados Unidos. Autobiografía en la que
John Perkins detalla cómo ayudó a Washington a estafar a países pobres
prestándoles dinero que no podrían devolver para después apoderarse de
sus economías. En una reciente entrevista con Amy Goodman, locutora
del programa Democracy Now (La democracia ahora) del National Public
Radio en Estados Unidos, Perkins confiesa lo que todos sospechan pero
nadie ha querido creer. Lo que sigue fue extractado de esa extensa
entrevista.
- Explíquenos qué quiere decir sicario económico.
- Básicamente, lo que nos enseñaron a hacer es reforzar el imperio
estadounidense. Crear situaciones donde el máximo número de recursos
naturales fluyan a este país, a nuestras corporaciones y nuestro
gobierno, y en efecto hemos tenido mucho éxito. Construimos el imperio
más grande de la historia. Esto se logró durante los últimos cincuenta
años, desde la Segunda Guerra Mundial, con muy poca intervención
militar. Es sólo en casos como Irak donde lo militar entra como último
recurso. Este imperio, a diferencia de cualquier otro de la historia,
fue constituido principalmente a través de la manipulación económica, de
la estafa, el fraude, la seducción de la gente por nuestra manera de
vivir, y a través de operativos económicos. Estuve muy involucrado en
todo eso.
- ¿Cómo llegó a eso? ¿Para quién trabajaba?
- Inicialmente fui reclutado, cuando estudiaba negocios en la
universidad en los años sesenta, por la National Security Agency
(Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos), la organización
nacional de espionaje más grande y menos conocida, pero luego trabajé
para corporaciones privadas. El primer verdadero sicario económico en
los años cincuenta fue Kermit Roosevelt, nieto de Teddy, quien derrocó
al gobierno de Irán, un gobierno elegido democráticamente –el gobierno
de Mossadegh-, y quien fuera el “hombre del año” de la revista Time. Y
tuvo enorme éxito haciendo eso sin derramar sangre, bueno, hubo algo de
sangre pero ninguna intervención militar, sólo gastando millones de
dólares y reemplazando a Mossadegh por el sha. Entonces nos dimos cuenta
de que esta idea del sicario económico era muy buena. El problema fue
que Kermit Roosevelt era agente de la CIA. Era un empleado del gobierno.
Si lo hubiesen atrapado, nos habríamos encontrado en un lío. Habría
sido un escándalo. Entonces allí se tomó la decisión de usar
organizaciones como la CIA y la NSA para reclutar potenciales sicarios
económicos como yo, y después enviarnos a trabajar para empresas
privadas, consultorías, de ingeniería, de construcción para que, si nos
agarraban, no hubiera conexión con el gobierno.
- Bien, ahora explíquenos el trabajo que hizo.
- La compañía para la cual trabajé se llamaba Charles T Main, de
Boston, Massachussets. Éramos alrededor de dos mil empleados y yo era el
economista principal. Terminé teniendo cincuenta personas en mi equipo.
Pero mi verdadero trabajo fue el de hacer tratos, dar préstamos a otros
países, enormes préstamos, mucho mayores de la que ellos podrían
devolver. Una de las condiciones de un préstamo, digamos de unos mil
millones de dólares, a un país como Indonesia o Ecuador, era que este
país tendría que dar 90 por ciento del préstamo a una empresa
estadounidense para construir infraestructura, una Halliburton o
Bechtel. Eran grandes. Esas empresas entonces entraron y construyeron un
sistema de energía eléctrica o puertos o autopistas, y estos proyectos
básicamente servían sólo a algunas de las familias más ricas de esos
países. La gente pobre de aquellos países quedaba clavada con esta
asombrosa deuda que no podrían devolver. Un país como Ecuador hoy debe
destinar más del 50 por ciento de su presupuesto nacional sólo para
pagar la deuda. Y no puede hacerlo. Lo tenemo con el agua al cuello.
Entonces, cuando queremos más petróleo, vamos a Ecuador y le decimos:
"Mire, no puede pagar sus deudas, pues entregue sus bosques amazónicos,
que están llenos de petróleo, a nuestras compañías petroleras". Y hoy
estamos entrando y destrozando la Amazonia, obligando a Ecuador a
entregárnosla porque acumuló tanta deuda. Hacemos un préstamo enorme, la
mayor parte del cual vuelve a Estados Unidos, el país queda con la duda
más los intereses, y básicamente ellos se convierten en nuestros
sirvientes, nuestros esclavos. Es el imperio. No hay que equivocarse. Es
un inmenso imperio, y ha sido muy exitoso.
- Usted dice que a causa de sobornos y otras razones no
escribió este libro durante mucho tiempo ¿Qué quiere decir? ¿Quién lo
sobornó? ¿Qué sobornos aceptó?
- Acepté un soborno de medio millón de dólares en los años noventa para no escribir el libro.
- ¿De?
- De una empresa importante de la construcción.
- ¿Cuál?
- Se llama Stoner Webster. Legalmente, no fue un soborno, fue ... me
pagaron como consultor. Todo de acuerdo con la ley. Pero esencialmente
no hice nada. Estaba entendido, como expliqué en “Confesiones de una
sicario económico”, que cuando acepté el dinero como consultor no
tendría que hacer mucho trabajo, sólo no escribir este libro, que en ese
momento se llamaba "La conciencia de un sicario económico".
... - En su libro usted habla de cómo ayudó a poner en práctica un
plan secreto para redirigir miles de millones de petrodólares de Arabia
Saudita a la economía de Estados Unidos, y que cimentó la íntima
relación entre la familia Saud y sucesivos gobiernos de Estados Unidos.
Explique.
- Fuimos a Arabia Saudita a principios de los años setenta. Sabíamos
que Arabia Saudita era la clave para acabar con nuestra dependencia de
la OPEP, o para controlar la situación. Arreglamos un trato a través del
cual la familia real Saud aceptó reenviar la mayor parte de sus
petrodólares a Estados Unidos e invertirlos en bonos del Tesoro. El
Departamento del Tesoro usaría los intereses de esos bonos para pagar a
empresas estadounidenses que construirían en Arabia Saudita -ciudades,
nueva infraestructura-; cosa que hemos hecho. Y la familia Saud aceptó
mantener el precio del petróleo dentro de los límites aceptables para
nosotros, lo que hicieron todos estos años, y nosotros prometimos
mantener a la familia Saud en el poder mientras respetaran el trato,
cosa que también hemos hecho, y es una de las razones por las cuales
invadimos Irak. Allí, intentamos implantar la misma política que tuvo
tanto éxito en Arabia Saudita, pero Saddam Hussein no aceptó. Cuando los
sicarios económicos fracasamos en este escenario, viene la próxima
etapa que es la que llamamos de los chacales. Los chacales son
individuos habilitados por la CIA que entran e intentan fomentar un
golpe de Estado o una revolución. Si eso no da resultado emplean
asesinatos, o lo intentan. En el caso de Irak, no pudieron llegar a
Saddam Hussein. Sus guardaespaldas eran demasiado buenos. Él tenía
dobles. No pudimos llegar a él. Entonces la tercera etapa, si los
sicarios económicos y los chacales fracasan, son nuestros jóvenes, que
enviamos para matar y morir. Que es obviamente lo que ha pasado en Irak.
- ¿Puede explicarnos cómo murió Torrijos?
- Omar Torrijos, el presidente de Panamá. Omar Torrijos había firmado
el Tratado del Canal con Carter ... y usted sabe que nuestro Congreso
lo ratificó por un solo voto, fue un asunto muy contencioso. Torrijos
entonces se adelantó a negociar con los japoneses para construir un
canal al nivel del mar. Los japoneses querían financiar y construir un
canal al nivel del mar en Panamá. Torrijos habló con ellos de este tema,
lo que molestó mucho a la empresa Bechtel, cuyo presidente era George
Schutz y su consejero mayor Caspar Weinberger. Cuando echaron a Carter
(y ésa es una historia interesante; ver cómo sucedió realmente), cuando
perdió las elecciones y entró Reagan con Schutz como secretario de
Estado -que venía de Bechtel- y Weinberger -que vino también de Bechtel-
como secretario de Defensa, estaban muy enojados con Torrijos.
Intentaron convencerlo de renegociar el Tratado del Canal y no hablar
con los japoneses. Se negó rotundamente. Era un hombre de principios.
Tenía sus problemas, pero era un hombre correcto. Un hombre asombroso,
Torrijos. Entonces murió en la caída de un avión en llamas, conectado a
una grabadora con explosivos dentro, que ... yo estaba allí, estaba
trabajando con él. Sabía que nosotros, los sicarios económicos, habíamos
fracasado. Sabía que los chacales se acercaban. Y acto seguido, explotó
su avión con una grabadora conteniendo una bomba. No cabe duda de que
fue organizado por la CIA y muchos investigadores estadounidenses
llegaron a la misma conclusión. Por supuesto, nunca nos enteramos de eso
en nuestro país.
...
- ¿Con qué proximidad trabajó usted con el Banco Mundial?
- Muy, muy de cerca. El Banco Mundial proporciona la mayor parte del
dinero que financia a los sicarios económicos, él y el FMI. Pero cuando
ocurrió el 11 de setiembre, tuve un cambio de sentimientos. Sabía que
tenía que contar esta historia porque lo que pasó el 11 de setiembre es
el resultado directo de lo que están haciendo los sicarios económicos. Y
la única manera en que vamos a estar seguros otra vez en este país, y
en que vamos a sentirnos bien de nosotros mismos, es si usamos estos
sistemas que creamos para efectuar cambios positivos en el mundo. Creo
sinceramente que podemos hacer eso. Creo que el Banco Mundial y otras
instituciones pueden ser recreadas para cumplir su misión original, que
es la reconstrucción de las partes del mundo devastadas. Ayudar,
genuinamente ayudar a los pobres. Cada día mueren 24 mil personas de
hambre. Podemos cambiar eso.
(1) Michael Sondow es periodista y traductor.
(2) Confessions of an Economic Hitman (Confesiones de un sicario
económico), San Francisco: Berrett-Koehler, 2004. Todavía no traducido
al castellano.
(3) El derecho de reproducción de la entrevista en América Latina ha
sido concedido a este periodista por el productor del programa radial.
Continuación del ya conocido y famoso documental “El Dinero es Deuda” (Money as Debt).
En un sistema dinero-deuda, nuestro dinero es creado inicialmente para comprar Bonos del Tesoro.
El
público compra bonos como ahorro, los bancos compran bonos,
extranjeros compran bonos, y cuando el Banco Central quiere crear más
dinero en el sistema, compra bonos pero paga con un simple asiento
contable que lo crea de la nada.
Entonces,
este nuevo dinero creado por el Banco Central es multiplicado por los
bancos privados gracias al principio de la reserva fraccionaria.
Así, aunque los bancos no crean billetes, ellos crean dinero en
cheques, promesas de pago, o depósitos para hacer nuevos préstamos.
Ellos aún invierten algo de este dinero creado.
Billones
de dólares han sido creados por bancos privados para comprar Bonos del
Tesoro en el mercado lo que proveen a los bancos con miles de millones
de dólares en intereses, libre de riesgos, cada año, menos los
intereses que ellos pagan a los depositantes.
De este modo, mediante préstamos
de la reserva fraccionaria los bancos han creado más del 90% del
dinero, causan el 90% de nuestra inflación (o más), y reciben un
interés sobre este dinero que crearon, literalmente miles de millones
al año.
El dinero está presente en casi todos los aspectos de la vida
moderna. La mayoría de nosotros damos el sistema monetario por sentado,
pero tiene una profunda e incomprendida influencia en nuestras vidas.
La solución al dinero es un largometraje documental que explora la
relación de nuestra sociedad con el todopoderoso dólar. En él se
examinan los patrones económicos, tanto en el mundo humano como el
natural y documenta tres tipos de sistemas monetarios alternativos que
pueden ayudar a resolver los problemas económicos de las comunidades en
las que operen
El dinero se ha convertido en el valor más importante de nuestras
sociedades. Los individuos, siempre están a su búsqueda, como si se
tratara de una droga, con pavor a que les falte. Muchos están dispuestos
a hacer no importa qué con tal de procurárselo.
Desde finales del siglo pasado, algunos ciudadanos, en distintos
lugares del mundo, han puesto en marcha sistemas de intercambio
complementarios. La moneda se convierte en una herramienta social, al
servicio del hombre. El Chiemgauer alemán, el Banco de tiempos inglés y
los Sistemas de Intercambios Locales franceses, son ejemplos concretos
de que la moneda puede llegar a ser un tema de debate en la sociedad
occidental.
Jiddu Krishnamurti, (n. 12 de mayo de 1895, en Madanapalle, Andhra Pradesh, India – 17 de febrero de 1986, en Ojai, California, Estados Unidos), fue un conocidoescritor y orador en materia filosófica y espiritual. Sus principales temas incluían: revolución psicológica, el propósito de la meditación, relaciones humanas, la naturaleza de la mente, y como llevar a cabo un cambio positivo en la sociedad global.
Este
documental trata en resumen de los inicios de este filósofo, y de los
principales fundamentos de sus enseñanzas. Es la versión original, “SIN CORTES”, pues hay una reedición de este documental recientemente hecha, que desgraciadamente se le han quitado trozos.
Otra fiesta más donde revivir y perecer
calmar ansia, disipar muerte
del perro ciego, del jardín calcinado
la tierra hueca dispara árboles,
siguen siendo pájaros los pájaros
¿siguen siendo pájaros los pájaros?
Una voz de mujer tranquiliza, su piel, sus manos
¿qué hijos traerá y a qué mundo?
este dolor hondo no es mio, ya es mio
y la felicidad que me dictan quedó muda,
nace un relampago de dicha pero la nave de locos esta hambrienta.
No cesa la marea cuando el sol sale,
el estrecho océano supura olas de acero,
dientes de admianto en el vientre,
pantalón y grito aflojado,
sonrisas dispersas, risa forzada,
temblando por no morder.
Hay un cuento por cada humano
que se va escribiendo en cada amanecer,
cuando te escuchas limpio sabes que no es cierto
que la trama se hilo fina
para que el día iluminara
para que el goce fuese otro y otro y después otro.
¿Qué escondió el valle tras el robo?,
¿para qué subió la montaña?,
"todo es para bien" dijo el kabalista
después dijo lo mismo el capitalista,
mientras se usurpaban tierras y vidas.
No creo en el hombre pero tengo mi piel vestida
y como, cago y siento como hombre,
rebajarme de esta condición,
creerme, crearme libre en la jaula,
buscar la fuga cuando la prisión esta dentro,
cuando no se ven los muros y uno piensa que esta a salvo,
allí donde golpean todo esta más claro,
aquí solo buscar otra fiesta donde celebrar tu muerte.
Los grandes medios de difusión se apasionan por las manifestaciones
egipcias y predicen la llegada de la democracia occidental a todo el
Medio Oriente. Thierry Meyssan desmiente esa interpretación, señala la
existencia de fuerzas opuestas en pleno movimiento y precisa que el
resultado va en sentido contrario del orden estadounidense en la región.
Ayer por ejemplo, alrededor de dos millones de personas marcharon
por la calles de El Cairo, la capital del país, para exigir la salida
inmediata del presidente, de su recientemente nombrado vice-presidente,
el general Suleiman y de todos aquellos que representan el viejo orden
estatal al servicio del neocolonialismo occidental.
Hace una semana que los medios de prensa occidentales vienen
haciéndose eco de las manifestaciones y de la represión en marcha en las
grandes ciudades egipcias. Esos medios establecen un paralelismo entre
estos hechos y los que desembocaron en la caída de Zine el-Abidine Ben Ali, en Túnez,
y hablan de un aire de rebelión que recorre el mundo árabe. También
según esos medios, este movimiento puede extenderse a Libia y a Siria y
debe beneficiar a los demócratas laicos, no a los islamistas, según
dicen, porque la administración Bush sobreestimó la influencia de los
religiosos y el «régimen de los ayatolas» que reina en Irán no es bien
visto. Se cumpliría así el deseo expresado por el presidente
estadounidense Barack Obama en la universidad del Cairo: la democracia
reinará en el Medio Oriente.
Este análisis es falso en todos sus aspectos.
En
primer lugar, las manifestaciones de Egipto comenzaron hace meses. Los
medios de prensa occidentales no les prestaban atención porque pensaban
que no llegarían a nada. Los tunecinos no contagiaron a los egipcios
sino que les abrieron los ojos a los occidentales sobre lo que está
sucediente en la región.
En
segundo lugar, los tunecinos se rebelaron contra un gobierno y una
administración corruptos que poco a poco comenzaron a expoliar a toda la
sociedad, privando así de toda esperanza a un número cada vez mayor de
categorías sociales. La rebelión egipcia no está dirigida contra ese
modo de explotación sino contra un gobierno y una administración que
están tan ocupados en servir a los intereses extranjeros que no les
queda energía para responder a las necesidades básicas de su propia
población.
Numerosos motines se han producido en Egipto durante los últimos
años, ya sea contra la colaboración con el sionismo o provocados por el
hambre. Estos dos temas están íntimamente vinculados. Los manifestantes
se refieren simultáneamente a los acuerdos de Camp David, el bloqueo
contra Gaza, los derechos de Egipto sobre las aguas del Nilo, la
división de Sudán, la crisis de la vivienda, el desempleo, la injusticia
y la pobreza.
Además, Túnez era administrado por una dictadura policial, mientras
que Egipto es administrado por un régimen militar. Digo «administrado», y
no «gobernado», porque en ambos casos se trata de Estados que se
encuentran una bajo tutela postcolonial, privados de política exterior y
de defensa independiente. Como consecuencia, en Túnez, el ejército
logró interponerse entre el pueblo y la policía del dictador, mientras
que en Egipto la cuestión tendrá que resolverse a golpe de fusil
automático entre militares.
En
tercer lugar, si lo que está sucediendo en Túnez y en Egipto constituye
un estímulo para los pueblos oprimidos, la realidad es que esos pueblos
no son los que los medios occidentales se imaginan. Para los
periodistas de esos medios, los “malos” son los gobiernos que se oponen
–o que parecen oponerse– a la política occidental. Sin embargo, para los
pueblos, los tiranos son quienes los explotan y los humillan. Es por
eso que no creo que veamos revueltas similares en Damasco.
El gobierno de Bachar el-Assad es el orgullo de los sirios. Se ha
puesto del lado de la resistencia y ha sabido preservar sus intereses
nacionales sin ceder nunca ante las presiones. Lo más importante es que
ha sabido proteger a su país del destino que Washington le reservaba: el
caos, como en Irak, o el despotismo religioso, como en Arabia Saudita.
Aunque ciertos aspectos de su administración son muy criticados, está
desarrollando una burguesía y los procesos de decisión democrática que
la acompañan. Por el contrario, Estados como Jordania y Yemen son
inestables, en lo que concierne al mundo árabe, y el contagio puede
extenderse también al África negra, por ejemplo, a Senegal.
Tendrían que reconocer además que nada tienen en común el wahabismo
saudita y la Revolución islámica del ayatola Khomeiny. Calificar a ambas
tendencias de «islamistas» no sólo es simplemente absurdo, sino que
equivale a prohibirse a sí mismo la comprensión de lo que está pasando.
La familia Saud ha financiado, en colaboración con Estados Unidos, a
grupos sectarios musulmanes que predican un regreso a la imagen que
ellos tienen de la sociedad del siglo VII, la época del profeta Mahoma.
Pero su impacto en el mundo árabe es similar al de los amish, con sus
carretas de caballos, en Estados Unidos.
La Revolución de Khomeiny no tiene como objetivo la instauración de
una sociedad religiosa perfecta, sino el derrocamiento del sistema de
dominación mundial. Afirma que la acción política es para el hombre un
medio de sacrificarse y de superarse a sí mismo y que es por lo tanto
posible encontrar en el Islam la energía que se necesita para lograr el
cambio.
Los pueblos del Medio Oriente no aspiran a reemplazar las dictaduras
policiales o militares que los oprimen por dictaduras religiosas. No
existe un peligro islamista. Simultáneamente, el ideal revolucionario
islámico, que ya dio lugar al nacimiento del Hezbollah en el seno de la
comunidad chiíta libanesa, está influenciando ahora al Hamas en la
comunidad sunnita palestina. También puede ser capaz de desempeñar un
papel en los movimientos que ya se encuentran en marcha, y ya lo está
haciendo en Egipto.
En
quinto lugar, aunque no sea del agrado de ciertos observadores, y
aunque estamos asistiendo a un regreso de la cuestión social, no se
puede reducir este movimiento a una simple lucha de clases. Por
supuesto, las clases dominantes tienen miedo de las revoluciones
populares, pero las cosas son mucho más complicadas. Así que no tiene
nada de sorprendente que el rey Abdullah de Arabia Saudita haya
telefoneado al presidente Obama para pedirle que pare el desorden en
Egipto y que proteja a los gobiernos ya establecidos en la región, sobre
todo el suyo. Pero ese mismo rey Abdullah acaba de favorecer un cambio
de régimen en el Líbano a través de la vía democrática. Abandonó al
millonario líbano-saudita Saad Hariri y ayudó a la coalición del 8 de
Marzo, incluyendo al Hezbollah, a poner en su lugar como primer ministro
a otro millonario líbano-saudita, Najib Mikati. Los diputados que
habían elegido a Hariri representaban al 45% del electorado libanés,
mientras que Mikati acaba de ser electo por parlamentarios que
representan al 70% del electorado.
Hariri
respondía a los intereses de París y de Washington, mientras que Mikati
anuncia una política de apoyo a la resistencia nacional. La
cuestión de la lucha contra el proyecto sionista es en la actualidad
extraordinariamente determinante en relación con los intereses de clase.
Además, más que la repartición de la riqueza, los manifestantes
protestan contra el sistema capitalista seudoliberal impuesto por los
sionistas.
En sexto lugar, y volviendo al caso de Egipto, los medios occidentales se precipitaron a aupar a Mohamed El Baradei,
nombrándolo como líder de la oposición. Esto da risa. El señor El
Baradei es una personalidad que goza de una agradable reputación en
Europa por haber resistido por algún tiempo a las presiones de la
administración [Bush], sin oponerse a ella completamente. Representa por lo tanto la buena conciencia que pretende tener ante Irak la Europa
que, después de oponerse a la guerra, acabó apoyando la ocupación. Sin
embargo, objetivamente, El Baradei es el hombre de los paños tibios al
que le dieron el premio Nóbel de la Paz para no dárselo a Hans Blix.
Se trata, sobre todo, de una personalidad sin influencia en su propio
país. Existe políticamente porque los Hermanos Musulmanes lo
convirtieron en su vocero ante los medios occidentales.
Estados Unidos ha fabricado opositores más representativos, como
Ayman Nur, que Washington seguramente no tardará en sacar del sombrero,
aunque sus posiciones a favor del seudoliberalismo económico lo
descalifican ante la crisis social que está atravesando el país.
Como quiera que sea, en realidad sólo existen dos organizaciones de
masas, implantadas en la población, que se oponen desde hace mucho a la
política actual: los Hermanos Musulmanes por un lado y la iglesia
cristiana de los coptos por el otro (aunque S. B. Chenudda III ve una
diferencia entre la política sionista de Mubarak, a la que él se opone, y
el rais, al que él se adapta). A los medios occidentales se les escapa
ese detalle porque les han hecho creer al público que eran los
musulmanes quienes perseguían a los coptos, cuando en realidad es la
dictadura de Mubarak quien lo hace.
No resulta inútil hacer un paréntesis en este punto. Hosni Mubarak
acaba de nombrar vicepresidente a Omar Suleiman, un gesto que busca
evidentemente hacer más difícil su posible eliminación física por parte
de Estados Unidos.
Mubarak se convirtió en presidente porque había sido designado
vicepresidente y Estados Unidos eliminó al presidente Annuar el-Sadat a
través del grupo de Ayman al-Zawahiri. Así que Mubarak se negó siempre a
designar un vicepresidente por temor a ser asesinado a su vez. Al
designar al general Suleiman, Mubarak escoge ahora a uno de sus
cómplices, el mismo con quien él se manchó las manos en la sangre de
el-Sadat. En lo adelante, para tomar el poder, no bastará con matar al
presidente sino que habrá que ejecutar también a su vicepresidente. Pero
Omar Suleiman es el principal artífice de la colaboración con Israel,
así que Washington y Londres van a protegerlo como la niña de sus ojos.
Además, Suleiman puede apoyarse en el ejército israelí frente a la
Casa Blanca. Y ya trajo francotiradores y equipamiento israelíes que se
encuentran listos para abatir a los elementos más activos (líderes o
cabecillas) durante las manifestaciones callejeras.
El
general-presidente Hosni Mubarak y su general-vicepresidente Omar
Suleiman aparecieron en televisión junto a sus generales-consejeros para
demostrar que el ejército conservará el poder.
En
séptimo lugar, la situación revela las contradicciones de la
administración estadounidense. En su discurso de la universidad del
Cairo, Barack Obama tendió la mano a los musulmanes y exhortó a la
democracia. Pero ahora hará lo que sea para impedir elecciones
democráticas en Egipto. Él puede tolerar un gobierno legítimo en Túnez,
pero no en Egipto. Unas elecciones beneficiarían a los Hermanos
Musulmanes y a los coptos. De ellas saldría un gobierno que abriría la
frontera con Gaza y que liberaría al millón de personas allí encerradas.
Los palestinos, con el apoyo de sus vecinos, el Líbano, Siria y Egipto, romperían el yugo sionista.
Hay que señalar aquí que durante los dos últimos años, estrategas
israelíes han analizado la posibilidad de orquestar una maniobra.
Considerando que Egipto es una bomba social, que la revolución es allí
inevitable, han estudiado la posibilidad de favorecer un golpe de Estado
militar a favor de un oficial ambicioso e incompetente.
Este último emprendería entonces una guerra contra Israel y fracasaría en ella. Tel Aviv recuperaría así su antiguo prestigio militar
y recuperaría también el monte Sinaí y sus riquezas naturales. Se sabe
que Washington se opone resueltamente a ese escenario, demasiado difícil
de controlar.
En definitiva, el Imperio anglosajón sigue anclado a los principios
que él mismo fijó en 1945: es favorable a las democracias que toman «la
decisión correcta» (la del servilismo) y se opone a los pueblos que
toman «la mala» (la de la independencia).
Por consiguiente, si les parece necesario, Washington y Londres no
tendrán reparos en apoyar un baño de sangre en Egipto, con tal de que el
militar que salga ganador sobre los demás se comprometa a mantener el statu quo internacional.